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Una historia que no termina bien
La tragedia de que mi mente sin dios no pueda acompañarlos en ese anhelo, por lo menos no de esa manera. Hoy, más que nunca, abomino la idea y me sigo acogiendo a mi naturaleza de accidente, de casualidad, de producto irremediable del caos.
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Para lo que está la muerte
Tengo un imán, pues, para atraer a los indigentes y para sentirme atraído por ellos, para saludarles y darles plática a cambio de poder mirarles de cerca y fascinarme por sus rostros.
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Las Primeras Lluvias
Me doy cuenta de mi escandalosa falta de impulsos varoniles, de mi desdén por el dominio; de la desviación de mi atención, que se sesga según las estaciones y los climas. Me doy cuenta de lo fácilmente que se verifican en mí los impulsos venéreos y las acumulaciones de polvo, las apostillas en los planos de construcción, los latidos consecutivos del ritmo y de los astros y las ausencias de sentido y proporción.